Autoayuda


Pérdidas (Jorge Bucay).





Sobre el verdadero amor (Jorge Bucay).







"Cuando me Amé de verdad". Charles Chaplin.







"Se como tú eres"- Fritz Perls






LA LEYENDA DE LOS SENTIMIENTOS. ( Mario Benedetti)

Cuenta la leyenda que una vez se reunieron en un lugar de la tierra todos los sentimientos y cualidades de los hombres. Cuando el ABURRIMIENTO había bostezado por tercera vez, la LOCURA, como siempre tan loca, les propuso:
- ¿Jugamos al escondite? 
La INTRIGA se levantó con los ojos fruncidos, y la CURIOSIDAD sin poder contenerse preguntó:
- ¿Al escondite? ¿Y cómo es eso?

Es un juego –explicó la LOCURA—en el que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón mientras ustedes se esconden y, cuando yo haya terminado de contar, el primero de ustedes al que encuentre, ocupará mi lugar para continuar el juego.


El ENTUSIASMO se halló secundado por la EUFORIA. La ALEGRÍA dio tantos saltos que terminó por convencer a la DUDA, e incluso a la APATÍA a la que nunca le interesaba nada. Pero no todos quisieron participar, La VERDAD prefirió no esconderse; ¿para qué? Si al final siempre le hallaban. La SOBERBIA opinó que era un juego muy tonto (en el fondo, lo que le molestaba era que la idea no había sido suya), y La COBARDÍA prefirió no arriesgarse.


- Uno, dos, tres.... comenzó a contar la LOCURA.


La primera en esconderse fue la PEREZA, que como siempre, se dejó caer tras la primera piedra del camino. La FE subió al cielo y la ENVIDIA se escondió tras la sombra de el TRIUNFO, que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto.


La GENEROSIDAD, casi no alcanzaba a esconderse; cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos: ¿qué si un lago cirstalino? ¡ Es ideal para la BELLEZA!; ¿QUÉ SI LA RENDIJA DE UN ÁRBOL? ¿Perfecto para la TIMIDEZ; ¿qué si el vuelo de una mariposa? ¡ Lo mejor para la VOLUPTUOSIDAD!; ¿qué si una ráfaga de viento? ¡ Magnífico para la LIBERTAD! Así que terminó por ocultarse en un rayito de sol. El EGOISMO, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo... eso sí, sólo para él.


La MENTIRA se escondió en el fondo de los océanos (¡mentira, en realidad se escondió detrás del arco iris); y La PASIÓN y el DESEO en el centro de los volcanes, el OLVIDO...¡se me olvidó donde se escondió!... pero no es lo importante.


Cuando la LOCURA contaba 999999, el AMOR aún no había encontrado sitio para esconderse, pues todo se encontraba ocupado, hasta que divisó un rosal y, enternecido, decidió esconderse entre sus flores.


- ¡Un millón! – contó la LOCURA y comenzó a buscar.


La primera en aparecer fue la PEREZA, sólo a tres pasos de la piedra. Después escuchó a la FE discutiendo con Dios en el cielo sobre zoología, y a la PASIÓN y al DESEO los sintió en el vibrar de los volcanes.


En un descuido encontró a la ENVIDIA, y claro, pudo deducir donde estaba el TRIUNFO. Al EGOÍSMO no tuvo ni que buscarlo; él solito salió desesperado de su escondite que había resultado ser un nido de avispas.


De tanto caminar sintió sed y al acercarse al lago descubrió a la BELLEZA. Y con la DUDA resultó más fácil todavía pues la encontró sentada sobre una cerca sin decidir aún en que lado esconderse.


Así fue encontrando a todos: el TALENTO entre la hierba fresca, la ANGUSTIA en una oscura cueva, la MENTIRA detrás del arco iris... (¡Mentira, ella estaba en el fondo del océano!), y hasta el OLVIDO, al que ya se le había olvidado que estaba jugando al escondite.


Pero sólo el AMOR no aparecía por ningún sitio.


La LOCURA buscó detrás de cada árbol, bajo cada arroyuelo del planeta, en la cima de las montañas y, cuando estaba a punto de darse por vencida, divisó un rosal y las rosas... Y tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas, cuando de pronto un doloroso grito se escuchó. Las espinas habían herido en los ojos al AMOR y la LOCURA no sabía qué hacer para disculparse; lloró, rogó, pidió perdón, y hasta prometió ser su lazarillo.

Desde entonces, desde que por primera vez se jugó al escondite en la tierra,

EL AMOR ES CIEGO Y LA LOCURA SIEMPRE, SIEMPRE, LE ACOMPAÑA.



De qué depende el éxito?.......















 
Redes - La ciencia de la compasión





OBSTACULOS ( Tomado de "Cuentos para Pensar", Jorge Bucay)

Voy andando por un sendero. Dejo que mis pies me lleven. Mis ojos se posan en los árboles, en los pájaros, en las piedras. En el horizonte se recorta la silueta de una ciudad. Agudizo la mirada para distinguirla bien. Siento que la ciudad me atrae. Sin saber cómo, me doy cuenta de que en esta ciudad puedo encontrar todo lo que deseo. Todas mis metas, mis objetivos y mis logros. Mis ambiciones y mis sueños están en esta ciudad. Lo que quiero conseguir, lo que necesito, lo que más me gustaría ser, aquello a lo cual aspiro, o que intento, por lo que trabajo, lo que siempre ambicioné, aquello que sería el mayor de mis éxitos. Me imagino que todo eso está en esa ciudad. Sin dudar, empiezo a caminar hacia ella. A poco de andar, el sendero se hace cuesta arriba. Me canso un poco, pero no me importa. Sigo. Diviso una sombra negra, más adelante, en el camino. Al acercarme, veo que una enorme zanja me impide mi paso. Temo... dudo. Me enoja que mi meta no pueda conseguirse fácilmente. De todas maneras decido saltar la zanja. Retrocedo, tomo impulso y salto... Consigo pasarla. Me repongo y sigo caminando.
Unos metros más adelante, aparece otra zanja. Vuelvo a tomar carrera y también la salto. Corro hacia la ciudad: el camino parece despejado. Me sorprende un abismo que detiene mi camino. Me detengo. Imposible saltarlo. Veo que a un costado hay maderas, clavos y herramientas. Me doy cuenta de que está allí para construir un puente. Nunca he sido hábil con mis manos... Pienso en renunciar. Miro la meta que deseo... y resisto.
Empiezo a construir el puente. Pasan horas, o días, o meses. El puente está hecho. Emocionado, lo cruzo. Y al llegar al otro lado... descubro el muro. Un gigantesco muro frío y húmedo rodea la ciudad de mis sueños...
Me siento abatido... Busco la manera de esquivarlo. No hay caso. Debo escalarlo. La ciudad está tan cerca... No dejaré que el muro impida mi paso. Me propongo trepar. Descanso unos minutos y tomo aire... De pronto veo, a un costado del camino un niño que me mira como si me conociera. Me sonríe con complicidad. Me recuerda a mí mismo... cuando era niño.
Quizás por eso, me animo a expresar en voz alta mi queja:
-¿Por qué tantos obstáculos entre mi objetivo y yo?
El niño se encoge de hombros y me contesta:
-¿Por qué me lo preguntas a mí? Los obstáculos no estaban antes de que tú llegaras... Los obstáculos los trajiste tú.


¿COMO CRECER? ( Tomado de "Cuentos para Pensar", Jorge Bucay)

Un rey fue hasta su jardín y descubrió que sus árboles, arbustos y flores se estaban muriendo.
El Roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el Pino. Volviéndose al Pino, lo halló caído porque no podía dar uvas como la Vid. Y la Vid se moría porque no podía florecer como la Rosa. La Rosa lloraba porque no podía ser alta y sólida como el Roble.
Entonces encontró una planta, una Fresa, floreciendo y más fresca que nunca.
El rey preguntó:
¿Cómo es que creces saludable en medio de este jardín mustio y sombrío?
No lo sé. Quizás sea porque siempre supuse que cuando me plantaste, querías fresas. Si hubieras querido un Roble o una Rosa, los habrías plantado. En aquel momento me dije: "Intentaré ser Fresa de la mejor manera que pueda".

Ahora es tu turno. Estás aquí para contribuir con tu fragancia. Simplemente mírate a ti mismo. No hay posibilidad de que seas otra persona. Podes disfrutarlo y florecer regado con tu propio amor por vos, o podes marchitarte en tu propia condena...



AMAR O DEPENDER, Walter Riso

Cuentan que una bella princesa estaba buscando consorte. Aristocratas y adinerados señores habían llegado de todas partes para ofrecer sus maravillosos regalos. Joyas, tierras, ejercitos y tronos conformaban los obsequios para conquistar a tan especial criatura. Entre los candidatos se encontraba un joven plebeyo, que no tenía más riquezas que amor y perseverancia. Cuando le llegó el momento de hablar, dijo:
-"Princesa, te he amado toda mi vida. Como soy un hombre pobre y no tengo tesoros para darte, te ofrezco mi sacrificio como prueba de amor... Estaré cien días sentado bajo tu ventana, sin más alimentos que la lluvia y sin más ropas que las que llevo puestas...Esa es mi dote..."
La princesa, conmovida por semejante gesto de amor, decidió aceptar: -"Tendrás tu oportunidad: Si pasas la prueba, me desposaras".
Así pasaron las horas y los días. El pretendiente estuvo sentado, soportando los vientos, la nieve y las noches heladas. Sin pestañear, con la vista fija en el balcón de su amada, el valiente vasallo siguió firme en su empeño, sin desfallecer un momento. De vez en cuando la cortina de la ventana real dejaba traslucir la esbelta figura de la princesa, la cual, con un noble gesto y una sonrisa, aprobaba la faena. Todo iba a las mil maravillas. Incluso algunos optimistas habían comenzado a planear los festejos.
Al llegar el día noventa y nueve, los pobladores de la zona habían salido a animar al próximo monarca. Todo era alegria y jolgorio, hasta que de pronto, cuando faltaba una hora para cumplirse el plazo, ante la mirada atónita de los asistentes y la perplejidad de la infanta, el joven se levantó y sin dar explicación alguna, se alejó lentamente del lugar.
Unas semanas después, mientras deambulaba por un solitario camino, un niño de la comarca lo alcanzó y le preguntó a quemarropa: -"¿Qué fué lo te que ocurrió?...Estabas a un paso de lograr la meta...¿Por qué perdiste esa portunidad?... ¿Por qué te retiraste?..."
Con profunda consternación y algunas lágrimas mal disimuladas, contestó en voz baja: -"Mi amada princesa no me ahorró ni un día de sufrimiento...Ni siquiera una hora... No merecia mi amor...". 





"En el mundo no hay nadie  como yo
Me pertenecen mi cuerpo incluyendo lo que hace
Mi mente, incluyendo mis ideas y pensamientos
Mis sentimientos, incluyendo mis angustias,  mis alegrías,mis frustraciones  mis amores, mis decepciones
Me pertenecen mis fantasías y mis sueños, mis esperanzas y mis temores
Me pertenecen mis triunfos y mis éxitos mis fracasos y mis errores
Soy responsable de lo que siento y lo que pienso   
Tengo herramientas para sobrevivir y encontrar armonía y orden en el mundo de la gente  y de las cosas
Tengo herramientas  para convivir,  ser productiva 
Me pertenezco y, por lo tanto,  puedo construir  y construirme"

Virginia Satir 

 

LA TRISTEZA Y LA FURIA ( Jorge Bucay, "Cuentos para Pensar")

En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar, o quizás donde los hombres transitan eternamente sin darse cuenta... En un reino mágico, donde las cosas no tangibles, se vuelven concretas.
Había una vez... un estanque maravilloso. Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban
permanentemente...
Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse haciéndose mutua compañía, la tristeza y la furia. Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas las dos entraron al estanque. La furia, apurada (como siempre esta la furia), urgida -sin saber por qué- se bañó rápidamente y más rápidamente aún, salió del agua...
Pero la furia es ciega, o por lo menos no distingue claramente la realidad, así que, desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró... Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza...
Y así vestida de tristeza, la furia se fue muy calma, y muy serena, dispuesta como siempre a quedarse en el lugar donde está. 
La tristeza terminó su baño y sin ningún apuro (o mejor dicho, sin conciencia del paso del tiempo), con pereza y lentamente, salió del estanque. En la orilla se encontró con que su ropa ya no estaba. Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la furia.
Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, encontramos que esta furia que vemos es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz de la furia, en realidad... está escondida la tristeza. 



                                                                  Oración Gestalt

 

"Yo soy Yo
Tú eres Tú.
Yo no estoy en este mundo para cumplir tus expectativas
Tú no estás en este mundo para cumplir las mías.
Tú eres Tú
Yo soy Yo.
Si en algún momento o en algún punto nos encontramos
Será maravilloso
Si no, no puede remediarse.
Falto de amor a Mí mismo
Cuando en el intento de complacerte me traiciono.
Falto de amor a Ti
Cuando intento que seas como yo quiero
En vez de aceptarte como realmente eres.
Tú eres Tú y Yo soy Yo."

Fritz Perls

 
















La memoria. EL ARCA DE LA SABIDURÍA
(Antología de textos de autoayuda y superación personal) Laureano J. Benítez Grande-Caballero 

 

Un hombre de cierta edad fue a una clínica para hacerse curar una herida en la mano. Tenía bastante prisa, y mientras se curaba el médico le preguntó qué era eso tan urgente que tenía que hacer.  

El anciano le dijo que tenía que ir a una residencia de ancianos para desayunar con su mujer, que vivía allí. Llevaba algún tiempo en ese lugar y tenía un Alzheimer muy avanzado. Mientras le acababa de vendar la herida, el doctor le preguntó si ella se alarmaría en caso de que él llegara tarde esa mañana. 

—No —respondió—. Ella ya no sabe quién soy. Hace ya casi cinco años que no me reconoce.
—Entonces —preguntó el médico—, si ya no sabe quién es usted, ¿por qué esa necesidad de estar con ella todas las mañanas? 
El anciano sonrió y dijo:
—Ella no sabe quién soy yo, pero yo todavía sé muy bien quién es ella.


LOS DOS MOZALBETES. Tomado de "Cuentos de la India y Tibet. Ramiro A. Calle.

 Eran dos buenos amigos, jóvenes y desenvueltos, a pesar de que uno de ellos era ciego de nacimiento.  En una ocasión, una buena mujer los invitó a merendar a su casa,pero el muchachito ciego estaba indispuesto y prefirió no asistir. En cambio, el amigo fue a la casa dispuesto a tomarse una buena merienda. La mujer había preparado una enorme fuente de sabroso arroz con leche. El mozalbete comió hasta que no pudo más. Complacido, dio las gracias a la buena mujer y volvió junto a su amigo.
- Qué tal era la merienda?.
- No sabes como me he puesto!. Me he tomado casi toda una fuente de arroz con leche.
- De qué color es el arroz con leche?- preguntó el muchachito ciego.
- Blanco, como la leche.
- Cómo es el blanco?.
- Pues, que te voy a decir, es el color opuesto al negro.
- Tampoco sé cómo es el negro- se lamentó el ciego- No puedes darme otra explicación?.
Entonces, el amigo que veía divisó una grulla blanca, salió corriendo, la atrapó y la trajo  junto al ciego. Dijo:
- Esta grulla es blanca, tócala.
El ciego acarició a la grulla.
- Qué suave es!- exclamó- Es decir, que el blanco es suave.
- No, no- replicó el amigo. Sigue pasando tu mano por la grulla a ver si logras captar el blanco.
El ciego pasó varias veces la mano a lo largo de todo el cuerpo del animalillo.
- Ya lo tengo!- dijo alborozado el mozalbete. El blanco es sinuoso.

"Para el que no puede todavía "ver", todo es sinuoso".





EL LADRILLO BOOMERANG. Jorge Bucay, "Recuentos para Demián".

Aquel día yo venía muy enojado. Estaba fastidioso y todo me molestaba. Mi actitud en el consultorio era quejosa y poco productiva. Detestaba todo lo que hacía y tenía. Pero sobre todo, estaba enojado conmigo. Aquel día sentía que no podía soportar “ser yo mismo”.
—Soy un tonto— dije (o me dije)— Un reverendo imbécil... Creo que me odio.
—Te odia la mitad de la población de este consultorio. La otra  mitad te va a contar un cuento.

Había un tipo que andaba por el mundo con un ladrillo en la mano. Había decidido que a cada persona que lo molestara hasta hacerlo rabiar, le tiraría un ladrillazo. Método un poco troglodita pero que parecía efectivo, ¿no?. Sucedió que se cruzó con un prepotente amigo que le contestó mal. Fiel a su designio, el tipo agarró el ladrillo y se lo tiró.
No recuerdo si le pegó o no. Pero el caso es que después, al ir a buscar el ladrillo, esto le pareció incómodo.
Decidió mejorar el “sistema de autopreservación a ladrillo”, como él lo llamaba: Le ató al ladrillo un cordel de un metro y salió a la calle. Esto permitiría que el ladrillo no se alejara demasiado. Pronto comprobó que el nuevo método también tenía sus problemas. Por un lado, la persona destinataria de su hostilidad debía estar a menos de un metro. Y por otro, que después de arrojarlo, de todas maneras tenía que tomarse el trabajo de
recoger el hilo que además, muchas veces se ovillaba y anudaba.
El tipo inventó así el “Sistema Ladrillo III”: El protagonista era siempre el mismo ladrillo, pero ahora en lugar de un cordel, le ató un resorte. Ahora sí, pensó, el ladrillo podría ser lanzado una y otra vez pero solo, solito regresaría.
Al salir a la calle y recibir la primera agresión, tiró el ladrillo. Le erró... pero le erró al otro; porque al actuar el resorte, el ladrillo regresó y fue a dar justo en su propia cabeza. El segundo ladrillazo se lo pegó por medir mal la distancia. El tercero, por arrojar el ladrillo fuera de tiempo. El cuarto fue muy particular. En realidad, él mismo había decidido pegarle un ladrillazo a su víctima y a la vez también había decidido protegerla de su agresión. Ese chichón fue enorme...
Nunca se supo si a raíz de los golpes o por alguna deformación de su ánimo, nunca llegó a pegarle un ladrillazo a nadie. Todos sus golpes fueron siempre para él.
—Este mecanismo se llama retroflexión y consiste básicamente en proteger al otro de mi agresividad. Cada vez que lo hago, mi energía agresiva y hostil es detenida antes de que le llegue al otro, por medio de una barrera que yo mismo pongo. Esta barrera no absorbe el impacto, simplemente lo refleja; y toda esa bronca, ese fastidio, esa agresión me vuelve a mí mismo. A veces con conductas reales de autoagresión (daños físicos, comida en exceso, drogas, riesgos inútiles) otras veces con emociones o manifestaciones disimuladas (depresión, culpa, somatización).
Es muy probable que un utópico ser humano “iluminado”, lúcido y sólido jamás se enojara. Sería útil para nosotros no enojarnos. Sin embargo una vez que sentimos la bronca, la ira o el fastidio, el único camino que los resuelve es sacarlos hacia fuera transformados en acción. De lo contrario lo único que conseguimos, antes o después, es enojarnos con nosotros mismos. 

  
LAS RANITAS EN LA CREMA. Jorge Bucay, "Recuentos para Demián".

Yo estaba en época de exámenes. Había rendido dos finales y un parcial. Tenía fecha para mi siguiente examen en una semana y la materia era muy larga. 
—No voy a llegar –le dije a Jorge—. Es inútil seguir poniendo energía en una causa perdida. Creo que lo mejor es presentarme con lo que sé hasta ahora; así, por lo menos si me bochan no habré desperdiciado esta semana estudiando. 
—¿Conoces el cuento de las dos manitas? –preguntó el gordo. 

Había una vez dos ranas que cayeron en un recipiente de crema. Inmediatamente sintieron que se hundían; era imposible nadar o flotar mucho tiempo en esa masa espesa como arenas movedizas. Al principio, las dos patalearon en la crema para llegar al borde del recipiente pero era inútil, sólo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse. Sintieron que cada vez era más difícil salir a la superficie a respirar. Una de ellas dijo en voz alta: 
—No puedo más. Es imposible salir de aquí, esta materia no es para nadar. Ya que voy a morir, no veo para qué prolongar este dolor. No entiendo qué sentido tiene morir agotada por un esfuerzo estéril. Y dicho esto, dejó de patalear y se hundió con rapidez siendo literalmente tragada por el espeso líquido blanco. 
La otra rana, más persistente o quizás más tozuda, se dijo: 
—¡No hay caso! Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin embargo ya que la muerte me llega, prefiero luchar hasta mi último aliento. No quisiera morir un segundo antes de que llegue mi hora. 
Y siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar, sin avanzar un centímetro. ¡Horas y horas! 
Y de pronto... de tanto patalear y agitar, agitar y patalear... La crema, se transformó en manteca. 
La rana sorprendida dio un salto y patinando llegó hasta el borde del pote. Desde allí, sólo le quedaba ir croando alegremente de regreso a casa.


LAS ALAS SON PARA VOLAR. Jorge Bucay, "Recuentos para Demián".

... Y cuando se hizo grande, su padre le dijo:
—Hijo mío, no todos nacen con alas. Y si bien es cierto que no tienes obligación de volar, me parece que sería penoso que te limitaras a caminar, teniendo las alas que el buen Dios te ha dado.
—Pero yo no sé volar –contestó el hijo.
—Es verdad... –dijo el padre y caminando lo llevó hasta el borde del abismo en la montaña.
—Ves, hijo, este es el vacío. Cuando quieras volar vas a pararte aquí, vas a tomar aire, vas a saltar al abismo y extendiendo las alas, volarás.
El hijo dudó:
—¿Y si me caigo?
—Aunque te caigas no morirás, sólo algunos machucones que te harán más fuerte para el siguiente intento –contestó el padre.
El hijo volvió al pueblo, a sus amigos, a sus pares, a sus compañeros con los que había caminado toda su vida. Los más pequeños de mente le dijeron:
—¿Estás loco? ¿Para qué? Tu viejo está medio zafado... ¿Qué vas a buscar volando? ¿Por qué no te dejas de pavadas? ¿Quién necesita volar?
Los más amigos le aconsejaron:
—¿Y si fuera cierto? ¿No será peligroso? ¿Por qué no empiezas despacio? Prueba tirarte desde una escalera o desde la copa de un árbol, pero... ¿desde la cima?
El joven escuchó el consejo de quienes lo querían. Subió a la copa de un árbol y, con coraje, saltó... Desplegó las alas, las agitó en el aire con todas sus fuerzas pero igual se precipitó a
tierra...
Con un gran chichón en la frente, se cruzó con su padre:
—¡Me mentiste! No puedo volar. Probé y ¡mira el golpe que me di! No soy como tú. Mis alas sólo son de adorno.
—Hijo mío –dijo el padre— para volar, hay que crear el espacio de aire libre necesario para que las alas se desplieguen. Es como para tirarse en un paracaídas. Necesitas cierta altura antes de saltar.
Para volar hay que empezar corriendo riesgos. Si no quieres, quizás lo mejor sea resignarse y seguir
caminando para siempre.


LA TIENDA DE LA VERDAD. Anthony de Mello.

El hombre caminaba paseando por aquellas pequeñas callecitas de la ciudad provinciana. Tenía tiempo y entonces se detenía algunos instantes en cada vidriera, en cada negocio, en cada plaza. Al dar vuelta una esquina se encontró de pronto frente a un modesto local cuya marquesina estaba en blanco, intrigado
se acercó a la vidriera y arrimó la cara al cristal para poder mirar dentro del oscuro escaparate... En el interior, solamente se veía un atril que sostenía un cartelito escrito a mano que anunciaba:
"Tienda de la verdad"
El hombre estaba sorprendido. Pensó que era un nombre de fantasía, pero no pudo imaginar qué vendían.
Entró. Se acercó a la señorita que estaba en el primer mostrador y preguntó:
—Perdón, ¿esta es la tienda de la verdad?
—Sí, señor, ¿qué tipo de verdad anda buscando: verdad parcial, verdad relativa, verdad estadística, verdad completa?
Así que aquí vendían verdad. Nunca se había imaginado que esto era posible, llegar a un lugar y llevarse la verdad, era maravilloso.
—Verdad completa –contestó el hombre sin dudarlo. “Estoy tan cansado de mentiras y de falsificaciones”, pensó, “no quiero más generalizaciones ni justificaciones, engaños ni defraudaciones”.
—¡Verdad plena! –ratificó.
—Bien, señor, sígame.
La señorita acompañó al cliente a otro sector y señalando a un vendedor de rostro adusto, le dijo:
—El señor lo va a atender.
El vendedor se acercó y esperó que el hombre hablara.
—Vengo a comprar la verdad completa.
—Ahá, perdón, ¿el señor sabe el precio?
—No, ¿cuál es? –contestó rutinariamente. En realidad, él sabía que estaba dispuesto a pagar lo que fuera por toda la verdad.
—Si usted se la lleva –dijo el vendedor— el precio es que nunca más podrá estar en paz.
Un frío corrió por la espalda del hombre, nunca se había imaginado que el precio fuera tan grande.
—Gra... gracias, disculpe... –balbuceó.
Se dio vuelta y salió del negocio mirando el piso. Se sintió un poco triste al darse cuenta de que todavía no
estaba preparado para la verdad absoluta, de que todavía necesitaba algunas mentiras donde encontrar descanso, algunos mitos e idealizaciones en los cuales refugiarse, algunas justificaciones para no tener que enfrentarse consigo mismo.
“Quizás más adelante”, pensó...
"Es válido que cada uno decida qué precio quiere pagar a cambio de lo que recibe, y es lógico que cada uno elija el momento para recibir lo que el mundo le ofrece, sea la verdad o cualquier otro “beneficio”."