miércoles, 22 de febrero de 2012

El componente genético de los comportamientos antisociales.

Por Marel Pérez Pérez.


Aunque los esfuerzos por descubrir el papel que juegan la genética y el medio en que se desarrolla el individuo con comportamiento antisocial y criminal continúan siendo incesantes, aún no contamos con una respuesta clara ante esta interrogante.

Estudios recientes en el campo de la investigación biosocial sugieren la existencia de un condicionamiento genético que predispone a desarrollar algunas actitudes antisociales como la agresividad o la tendencia al acoso. Estas investigaciones hacen énfasis en aspectos de la genética del comportamiento, de la neurociencia, de la biología evolutiva y de la psicología del desarrollo; incorporando también técnicas analíticas al enfoque.

Una de estas investigaciones, desarrollada por Brian Boutwell, profesor del College of Criminal Justice de Sam Houston State University en Estados Unidos, publicada recientemente en la revista Agressive Behavior, concluye que los niños con una predisposición genética al comportamiento antisocial parecen ser los más sensibles a las influencias negativas del castigo físico, siendo más significativa esta  interacción entre genes y ambiente en el caso de los varones, y no de las niñas estudiadas.

En otros estudios, Boutwell también ha examinado la relación entre los delincuentes reincidentes y las violaciones. La Teoría del Desarrollo propuesta en 1993 por  la especialista en ciencias del comportamiento de la Universidad de Duke, Terrie Mofflit le ha servido de base a su investigación, donde constató que las personas que pertenecen al pequeño grupo de población que presenta agresividad crónica son significativamente más propensas a la violación, y muestran una tendencia a reincidir en estos actos a lo largo de su vida. 

Investigaciones previas proponen la existencia de un gen, el CHRM2, que influiría en en el desarrollo de comportamientos de riesgo antisocial, pero no se ha podido deslindar esta "predisposición" a la influencia del ambiente, puesto que los propios investigadores coinciden en que la influencia de este gen en el comportamiento se relaciona con las actitudes que muestren los padres. A mayor conocimiento de los padres de las conductas y comportamientos de sus hijos, se ha observado se presenta una mayor "moderación" de la influencia de estas predisposiciones a desarrollar actitudes y comportamientos antisociales.

Una vez más se refuerza que la prevención, la formación en valores y el acompañamiento y supervisión en el desarrollo psicosocial, constituyen  pilares básicos del desarrollo saludable de la Personalidad.

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